
Huracán fugaz, felicidad efímera y tambien eterna,
devuélveme el sabor de su caprichoso manjar,
regálame su tierra de esquiva fertilidad.
En el aroma de sus flores mis sentidos buscan
aquella pequeña sobredosis de prosperidad,
Olvidar aquel triste amanecer que un solitario ciego
no vio ni nunca imaginó.
Mujer, hecha de todas mis ficciones reunidas
has vibrado en mis nervios como una realeza,
he llorando en los senderos de la ilusión perdida.
Siempre sentí el roce de tu indómita belleza
como el alimento de mis sueños y mis fantasías.
Te he soñado a pedazos celestes y carnales
como diez resurgimientos, como mil primaveras
en la selva de tu confusa realidad
He soñado tu carne divina y perfumada
He soñado tu presencia de mujer, tu realidad cambiante.
En medio del indeciso torturar de mi ser
y aunque eres imprecisa, se como eres, mi sueño,
ficción hecha realeza en carne de mujer.
Mi reina te he nombrado.
te paseas por la calle con tu corona de invisible cristal
que solo yo veo, amor mio.
La alfombra de oro rojo que pisas cuando pasas,
a ti te pertenece, mi reina
Tu sequito de campanas y trompetas anuncian tu presencia,
estremeciéndome como a un hereje en su tarde de sentencia.
Sonando al cielo y a los cuatro vientos el hechizo de tu belleza.
Dejando en el aire tu danza de jazmines,
el gusto de tus besos perdidos,
la luz de las seis de la tarde de un invierno,